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jueves, 3 de mayo de 2012

A tres años en Beijing


Ya casi cumplo tres años viviendo en Beijing, y por un lado parece que si fueran unos meses y otras veces parece una eternidad. Durante este tiempo he aprendido a desenvolverme por mi misma en la ciudad, y he entrado al “mundo real”, es decir al mundo laboral. Este ha sido un gran paso para mí porque significó salir de la burbuja que es el campus de la universidad, donde todo el mundo entiende nuestro chino y con el paso uno va estableciendo ciertas rutinas, y siempre se está rodeado de estudiantes extranjeros.

Por eso el gran cambio fue cuando comencé a trabajar. Primero que todo fue salir a trabajar temprano y… llegar al metro. Creo que nunca había visto ni veré un metro tan colapsado. En Beijing vivo fuera del quinto anillo, y debo tomar todas las mañanas la línea 1 del metro, la más saturada de todas. Llegó un momento en que simplemente no podía subirme al metro, no importaba cuanto yo empujara o me empujaran, entonces debía levantarme mas temprano… conocí muchas formas de llegar a mi trabajo, hasta que por fin pude acostumbrarme,  y ahora me considero una mas de todos y ya no encuentro el metro tan lleno. Debía salir en invierno con nieve y mucho frío y volviendo de noche, y en verano con mucho calor.

También el empezar a trabajar y dejar de ser estudiante me ha abierto una serie de puertas: quizás la mas importante es trabajar con chinos, antes mi contacto con el mundo chino era a través de mis amigos y el intercambio de idiomas, pero ahora he podido compartir con ellos en otro nivel: al principio cuesta un poco, porque nos vemos de lunes a viernes de 9 a 5, incluso almorzamos juntos, y obvio, hablan chino entre ellos, y muchas veces no entiendo. Pero he encontrado en esto una excelente oportunidad para poder practicar mi chino y mis compañeras me han acogido extraordinariamente, tratando de incluirme lo mas posible, me ayudan, me enseñan chino, me explican los chistes que no entiendo. También he aprendido más cosas sobre la cultura china, por ejemplo, que cada vez que alguien viaja – aunque sea a la ciudad de al lado – trae comida para compartir. Nosotros tenemos una mesa en donde colocamos todas las cosas que traen: desde té verde hasta dulce de pescado. Muchas veces lo ofrecen con tanto cariño que uno debe, por respeto, por lo menos probar, y así lo he hecho. Y también he adquirido estas costumbres: cuando viajé al templo Shaolin, compré una caja de dulces especiales que ofrecí en mi oficina, y todos lo apreciaron.

Afortunadamente sigo viviendo en la Universidad, en BISU, así que puedo disfrutar aunque sea un poco de la vida universitaria, especialmente el compartir con mis amigos que llegaron junto conmigo y otros que han venido llegando con el paso de los años. 
Con la familia de una amiga en el campo de Hebei

Si uno piensa detenidamente, tres años es mucho: tres navidades, tres años nuevos y tres fiestas de la primavera fuera de casa, y personalmente, lo más difícil, ¡tres largos inviernos! Y es que uno extraña mucho, pasé dos años sin volver a Chile y debo reconocer que se hizo un poco difícil, pero me pasó que cuando volví a Valparaíso, parte de mi extrañaba Beijing: la amabilidad china, mi plato de arroz, la ciudad me parecía vacía, con poca gente,… no me había dado cuenta de que con el tiempo me había convertido en china, y que ya había echado mis raíces aquí en Beijing. He aprendido mucho, es verdad, y eso se nota cuando hablo con la gente que viene recién llegando, pero aun me falta mucho por aprender, y por eso espero poder quedarme mucho tiempo más en este hermoso país.  



Por Andrea Mella








Publicado en la web del Instituto Confucio de Santiago:

1 comentario:

  1. me ofrecieron ir 2 años a estudiar un master a beijing... lo estoy dudando me gustaria tu opinion sobre todo para ver como me desenvolveria en la universidad, la vida alla , agradeceria tu opinion, tomaslegon@hotmail.com
    por favor necesito consejos para decidirme

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En Beijing!

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